La Deuda de los Estados Unidos

Se terminó la crisis política, los demócratas ganaron y los grandes perdedores fueron los republicanos. El Presidente Obama no cedió nada, y obtuvo todo lo que quiso, el Tea Party quedó herido, los republicanos tiene la popularidad más baja de su historia, y el país se sigue endeudando.  Después de dos semanas de encarnizada lucha política, entre los “hombres del Presidente”, los líderes del Congreso, y entre los republicanos entre sí, se logró evitar el tan temido default de la mayor potencia mundial.

El centro de la disputa política es la deuda pública de los Estados Unidos. Efectivamente, esa deuda no para de crecer, y no hay  a la vista ningún programa concreto para bajarla. El endeudamiento del gobierno federal fue la causa del surgimiento del Tea Party. Y es la preocupación de la mayoría de los ciudadanos estadounidenses.

La Deuda

Para entenderlo, Estados Unidos tiene una deuda de alrededor de U$S 16.738.158.460.000, en otras palabras, el 100 % del PBI. O sea todo la riqueza que el país produce en un año, es todo lo que debe. El gobierno federal recauda el 70 % de los egresos, lo que está obligado a tomar deuda para cubrir el 30 % restante. El resto es cuestión de aritmética (parafraseando al Presidente Clinton en la Convención Demócrata de 2012), el Gobierno Federal tiene que pagar sus obligaciones, tanto para hacer funcionar al gobierno, como para pagar los vencimientos de la deuda. Como no recauda lo suficiente por cubrir sus gastos, sigue tomando deuda para hacer frente a los pagos, así, el porcentaje de los egresos que se destinan al pago de la deuda se acrecienta, dejando menos dinero para el resto de las obligaciones del gobierno. Pero como no se ajusta el gasto, la administración americana pide más dinero prestado para cubrir aquel faltante generando una mayor deuda. Y así, un círculo vicioso de nunca acabar. Si bien, el acuerdo bipartidista logrado el miércoles último fue aplaudido por los mercados, ya que el país seguirá pagando como corresponde, no soluciona para nada el problema a futuro. Y aquí está la verdadera guerra entre la administración Obama y el Congreso. El Congressional Budget Office hace rato encendió todas las alertas que la situación es a largo plazo insostenible.

De acuerdo al Congressional Budget Office (CBO) la deuda pública de los Estados Unidos es del 75 % del PBI. Esto es así, ya que el CBO descuenta los fondos girados por diferentes agencias del Gobierno Federal. Estas agencias o fondos poseen, a raíz del sistema tributario, una financiación diferente, acumulando superávit que no utilizan. Estas agencias les prestan al Tesoro de los Estados Unidos parte del sobrante.  Esta deuda, es la deuda intergubernamental. Un ejemplo de estas agencias es el Social Security Trust Fund. La deuda intergubernamental asciende a 4.8 billones de dólares. La composición de la misma es la siguiente:

  • Social Security……………………………………………………………………………..$ 2.764 billones
  • Office of Personnel Management………………………………………………$ 826.8 mil millones
  • Military Retirement Fund…………………………………………………………… $ 419.5 mil millones
  • Uniformed Services Retiree Health Care Fund……………………………. $ 189 mil millones.
  • Dept. of Health and Human Services………………………………………….  $ 260 mil millones
  • Department of Energy………………………………………………………………   $ 54.8 mil millones
  • Federal Deposit Insurance Corporation………………………………………  $ 33 mil millones
  • Department of Labor (Unemployment Trust Fund)…………………………… $ 30 mil millones
  • Department of the Treasury (Exchange Stabilization Fund)………………. $ 26 mil millones
  • Otros Fondos y Programas………………………………………………………………… $ 260 mil millones

Así, le deuda pública de los Estados Unidos asciende a más de 12 billones de dólares, o sea un 75 % de PBI. La evolución de la deuda, principalmente durante la administración Obama es alarmante. Pero el Presidente, más allá de discursos populistas, no hace nada al respecto. No presenta ningún plan ni ninguna hoja de ruta para negociar. Por otro lado la fracción fiscalmente más conservadora del Congreso, busca infructuosamente por todos los medios (a veces extremista), sentar al Presidente en la mesa de negociaciones para encontrar una solución. El problema de la deuda va más allá de la óptica política de cada parte. Es una realidad, y necesita soluciones realistas.

De esa deuda pública, el 48 % está en manos de inversores extranjeros (34.19 % de la deuda total).  Esto es $5.724 billones de dólares. China, el principal acreedor extranjero posee en sus manos títulos por $1.276 billones de dólares, o sea (cerca del 8% del total de la deuda del país), Japón, que tiene una deuda propia que llega al 220 % de su PBI, es el segundo acreedor extranjero con $1.108 billones de dólares. Los Centros Bancarios del Caribe (banco off shore principalmente de Estados Unidos y el Reino Unido) 291 mil millones, los países exportadores de petróleo (Ecuador, Venezuela, Indonesia, Bahréin, Irán, Irak, Kuwait, Omán, Qatar, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Argelia, Gabón, Libia y Nigeria) 256 mil millones de dólares, Brasil 254 mil millones de dólares. Luxemburgo 151 mil millones. Taiwán, Suiza, Rusia, Hong Kong y el Reino Unido 124 billones cada uno. Otros países que poseen bonos del Tesoro estadounidense son Irlanda, Singapur, Noruega, Alemania, Turquía, México, Canadá, Francia, India, Tailandia, Corea del Sur, Filipinas, Australia, Polonia, Suecia, Colombia, Chile, Italia, Holanda, Israel, España, Malasia, Perú, Dinamarca y Sudáfrica. Los países del mundo invierten en bonos del Tesoro de los Estados Unidos porque es la inversión más segura del planeta. Estados Unidos tiene el ranking de calificación casi perfecta, y siempre paga.; además del dólar ser la moneda de reserva mundial. Notase que la mayoría de los países que invierten en bonos de Tesoros estadounidenses tiene graves problemas de deudas nacionales.

China en el 2013 pasó a tener bonos por $1.147 billones a $ 1.276 billones de dólares. El país asiático, por más nerviosismo vivido en los últimos días, no cree posible que Estados Unidos entre en default. Si bien toma mucha cautela los acontecimientos en Washington (y analiza los pasos a seguir), China desea mantener el valor del dólar alto, con respecto al Yuan, y evitar cualquier valoración de su moneda. Es cierto que el gobierno chino, a través de su agencia gubernamental de noticias llamó a de-americanizar al mundo, y que la calificadora china Dagong degrado la deuda estadounidense de A a A- (la agencia Dagong no tiene relevancia en los mercados internacionales), pero la idea de des-americanizar al mundo va a llevar un largo tiempo. Y China, por más brillo que nos ciega  a los occidentales, tiene que solucionar sus problemas macro-económicos internos.  Una  de las alertas que se disparó en los últimos meses en los mercados nacionales, es que el país asiático no sabe muy bien cuanto es su deuda pública, ni la de sus gobiernos locales y regionales.

Dicho esto, volviendo la cuestión de este análisis,  el resto de la deuda pública estadounidense, o sea el 52 % restante, está en manos americanas. Recordemos que estamos tomando la deuda pública sin contar con la deuda intergubernamental. La Reserva Federal es el principal acreedor del Tesoro de los Estados Unidos. Efectivamente el Banco Central estadounidense posee el 15 % de la deuda pública, y es el ente que más financia los desequilibrios fiscales de Washington. Los Estados y Gobiernos locales poseen el 6 % de la deuda. Los Fondos de Pensión un 4 %, los Bancos y Financieras de Crédito un 3 %, las compañías de seguro un 2 %, los fondos mutuales un 8 % y otros inversores privados un 13 %. O sea si analizamos bien los números, del total de la deuda, el 65,81 % de la misma está en manos o del Gobierno de los Estados Unidos, la Reserva Federal o ciudadanos estadounidenses.

El origen del problema

Con el acuerdo logrado la semana pasada, la deuda total de los Estados Unidos superará los $ 17.075 billones de dólares, ergo será mayor que el total del PBI del país. Estados Unidos tiene hoy su deuda más alta desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando la deuda del país había alcanzado el 150 % del PBI de aquel entonces. Más allá de las luchas ideológicas encarnizadas que se puede dar sobre la situación, gran parte de la culpa es del Presidente Obama y su administración. Mal que le pese a los que simpatizan con su presidencia.  Los académicos progresistas, siempre dispuestos a acrecentar el gasto público, acusan a la administración de George W. Bush de haber generado el problema. Los medios progresistas se hacen eco constantemente sobre estas acusaciones, como tratando de salvaguardar al Presidente Obama. Efectivamente la Presidencia de Bush, fue gran responsable sobre lo sucedido. Pero analicemos los números, los hechos como ocurrieron. Cuando el Presidente Bush accedió a la Presidencia, la deuda de los Estados Unidos rondaba los 5.73 billones de dólares. Representaba alrededor del 56.4 % del PBI y con un superávit fiscal de $ 86 mil millones de dólares. Clinton había conseguido esto gracias, a una parte, que en 1993 subió los impuestos, rompiendo su promesa de campaña de 1992 de que no iba a subir los impuestos como lo había hecho Bush Padre en su gobierno; y principalmente, gracias a que después del famosos “Shotdown” de 1996, el Congreso que estaba controlado por los republicanos logró que el Presidente se sentase a negociar y le impuso la agenda del Contract to America con que habían ganado ambas Cámaras en las elecciones de medio término de 1994, iniciando la Revolución Republicana. La estrategia republicana de aquellos años fue recortar los gastos innecesarios del Gobierno Federal para balancear las cuentas. Lo que pocos saben es que en las negociaciones de recorte de gastos, el Presidente Clinton era partidario de realizar un enorme recorte en la Seguridad Social y el Medicare (el seguro medio federal para los jubilados). Esta propuesta fue bloqueada  por los líderes republicanos y demócratas del Congreso, porque era literalmente desmantelar gran parte del Estado de Bienestar. Podríamos seguir analizando como los académicos y medios progresistas distorsionan los hechos históricos, pero eso es parte de otro análisis.

Nobleza obliga, tenemos que decir que el primer año de la administración Bush se volvió a conseguir un superávit, el último. Pero ya había pasado el 11 de septiembre y Estados Unidos emprendió la Guerra contra el Terrorismo.  En los 8 años de la Presidencia de George W. Bush, la deuda aumento 4.9 billones de dólares. Pasó del 56.4 % del PBI al 68 % del PBI. Todos los analistas coinciden que, si bien el país estaba en una guerra no convencional, la administración republicana fue bastante irresponsable en el manejo de las cuentas públicas. Parte responsable del desequilibrio fiscal no fue solo el aumento del gasto (militar y de programas sociales domésticos, si aunque no lo crean), sino también, el recorte impositivo de Bush a todos los habitantes de Estados Unidos. Ahora si tomamos solamente la deuda pública de los Estados Unidos, esto es, restándole la deuda intergubernamental, Bush dejo una deuda del 40,5 % del PBI. Esto es un aumento de 70 % con respecto al año 2000, que era del 34,7 % en relación al PBI (o sea de $ 3,41 billones de dólares en 2000 a $ 5,80 billones de dólares en 2008). Recordemos que el Congressional Budget Office (CBO) informó hace unos días que la deuda pública estadounidense supero actualmente el 75 % del PBI. De estos datos podemos darnos cuenta que no toda la culpa es de George W. Bush.

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La responsabilidad del Presidente Obama

Obama asumió durante el comienzo de la Gran Recesión. Su respuesta fue aplicar un gran estímulo a la economía (American Recovery and Reinvestment Act of 2009) que sumado al rescate financiero aprobado al final del mandato de Bush, elevó la deuda total al 83 % del PBI en un solo año. Hay que tener en cuenta que durante el 2009 la economía se contraje fuertemente. En el 2008 los Estados Unidos registro un PBI de $14,844 billones de dólares, y una deuda total de $10,025 billones de dólares, y en el 2009 el país registro un PBI  de solo $14,384 billones de dólares y una deuda total de $11,910 billones de dólares. En otras palabras el estímulo implementado por el Presidente Obama le costó al país $ 1880 billones de dólares. Desde el 2010 Estados Unidos salió de la recesión y comenzó una raquítica recuperación. La administración demócrata continúo incrementando el gasto para apuntalar a la economía, mientras que la Reserva Federal expandió la base monetaria para ayudar a la recuperación. Lo cierto es que el Presidente Obama gastó desde que asumió la Presidencia más de $ 6 billones de dólares.  A este ritmo, según las proyecciones del CBO, cuando el Presidente Obama deje la Oficina Oval a principios de 2017, la deuda acumulada será de cerca de $ 20 billones de dólares, o sea, casi el doble de la deuda recibida en enero de 2009. Los defensores del Presidente Obama argumentan que este es el costo a pagar para reactivar la economía de los Estados Unidos. El costo parece muy alto viendo el crecimiento económico de los últimos años. En el 2010, año que comenzó la recuperación,  Estados Unidos creció un 2,4 %, en el 2011 apenas un 1,8 % y en el 2012 un 2.2 %. La administración Obama estima que este año el crecimiento será solo de un 2 %. Desde que llegó a la Presidencia el crecimiento económico de los Estados Unidos durante el mandato de Obama fue solo de 1.2 % anual promedio. Siendo justo, de acuerdo al Bureau of Economic Analysis, el promedio de crecimiento de los Estados Unidos durante la Presidencia de Bush y Obama combinadas, con la Gran Recesión de por medio, fue solo un 1 % anual. La Presidencia de Bush tuve un crecimiento de un 1.6 % anual promedio.  Si hacemos una comparación, la Presidencia Reagan, que también tuvo que enfrentar una gran recesión económica en sus primeros años de gobierno, tuvo un crecimiento del PBI promedio del 3,5 % anual. Clinton que no tuvo que enfrentar ninguna crisis económica en sus 8 años de gobierno registro un promedio de crecimiento del 3,8 % anual.

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El déficit

Durante la última década, el déficit fue una preocupación constante para los estadounidenses. A más déficit, más deuda. El primer año de Obama registró el déficit más alto en décadas en Estados Unidos. El déficit del año fiscal del 2010 fue de  $1.546 billones de dólares. Esto representó el 10,1 % del PBI. Recordemos que durante la Gran Recesión la recaudación cayó, y tanto el Presidente Bush como el Presidente Obama aplicaron sendos planes de estímulo para la reactivación económica. Efectivamente en junio de 2009 el país formalmente salió de la recesión. A partir de ese año, el déficit fue cayendo en términos nominales, como así también en relación al Producto Bruto Interno. En septiembre último, el Presidente Obama en un discurso sobre el quinto aniversario de la Crisis financiera, aseguro que su administración redujo el déficit más rápidamente que cualquier otro momento desde la Segunda Guerra Mundial. Efectivamente par el año fiscal 2013, el déficit de los Estados Unidos rondará los $755.3 mil millones de dólares, mucho mejor de los $ 973 mil millones proyectados. Esto significa una caída del 35 % sobre el año fiscal 2012 y casi un 50 % del año fiscal 2010. Pero los políticos son políticos, y se quieren llevar todo el crédito y los media bias hacen su trabajo para sostener sus intereses y simpatías con el ocupante de la Casa Blanca. Efectivamente es cierto que el déficit se está reduciendo, y este es así, según muchos expertos, por un lado gracias a la reactivación económica que genera nuevos ingresos tributarios. Por otro lado al incremento de impuesto de acuerdo en las negociaciones por el “Abismo Fiscal”; y el famoso “Sequestre”. Todas estas variables confluyeron para que el déficit del año fiscal 2013 sea 35 % menor que el déficit del año fiscal del 2012. Es interesante observar que todas estas negociaciones se dieron en marco de fuertes crisis políticas entre los republicanos que dominan la Cámara Baja del Congreso y el Presidente Obama .

Con respecto al “Sequestre” mucho se habló sobre la catástrofe  que sucumbiría a la economía de los Estados Unidos en una nueva recesión. Los medios liberales, llenaron ríos de tinta y horas de televisión explicando el Apocalipsis que se avecinaba. Hasta el Fondo Monetario Internacional redujo su pronóstico de crecimiento del país al 1,5 % del 2 % de su anterior informe. Nada de eso pasó. Es cierto que hubo un impacto económico en relación al crecimiento del PBI, pero esa contracción no fue tan catastrófica como muchos pronosticaban. Muchos analistas creen que el ajuste real del crecimiento fue de 2,2 % al 2 %. Muy lejos de lo pronosticado por el FMI.

De acuerdo al último estudio del Congressional Budget Office (CBO) el déficit público de los Estados Unidos va a seguir reduciéndose en el año fiscal 2015 y 2016, llegando a representar el 2,1 % del PBI. Las proyecciones de la Casa Blanca aseguran que a comienzos del año 2014, los Estados Unidos comenzaran a crecer a una tasa del 3 % anual. Según las proyecciones del CBO en mayo del 2013, el déficit volverá a crecer trepando al 3,5 %  en relación del PBI en 2023, no siendo un riesgo para la economía. ¿Entonces, tema resuelto? No. Porque según el mismo CBO el déficit comenzará a incrementarse a partir del 2016, trepando a más del 6,5 %en 2038. Ergo, se seguirá aumentando la deuda. En ningún momento el CBO proyecta que el Gobierno de los Estados Unidos llegará a tener superávit. El problema son los constantes incrementos en el gasto del Seguro Social, Medicaid, Medicare y ahora el ObamaCare.

Según el Congressional Budget Office (CBO) en su estudio de mayo de 2013, el gasto del Gobierno Federal se incrementará al 26 % del PBI para el año 2038, del 22 % del PBI actual y muy por encima del 20 % del PBI de los últimos 40 años. Esta tendencia hará incrementar la deuda que llegará a tener un ratio-PBI cerca de fines de la Segunda Guerra Mundial. Si bien el Congressional Budget Office (CBO) que su proyección a largo plazo que cubre varias décadas es incierta, lo que intenta demostrar es la tendencia si se continúa con estas políticas. Según el informe, el gasto federal sobre los programas de salud y Seguridad Social aumentaran al 14 % del PBI con respecto al 7 % del PBI de los últimos 40 años. En contraste todo aquellos programas que no sea referido a la Salud,  a la Seguridad Social y al pago de intereses netos se reduciría a 7 por ciento del PIB, muy por debajo del promedio de 11 por ciento de los últimos 40 años y una proporción menor de la economía que en cualquier otro momento desde la década de 1930. Los pagos netos de intereses del gobierno federal crecerán un 5 por ciento del PIB, en comparación con un promedio de 2 por ciento en los últimos 40 años, principalmente debido a que la deuda federal sería mucho más grande.

Los ingresos federales serían iguales a 19 ½ por ciento del PIB en 2038 bajo la ley actual, en comparación con un promedio de 17 ½ por ciento durante las últimas cuatro décadas. Se prevé que los ingresos se aumentaran del 15 por ciento del PIB el año 2012 a 17 ½ por ciento en 2014, impulsado por la recuperación económica en curso y los cambios en las disposiciones de la legislación fiscal. Después de 2014, los ingresos aumentarían gradualmente en relación al PIB.

La brecha entre el gasto federal y los ingresos se ampliaría de manera constante a partir de 2015, de acuerdo con el Congressional Budget Office (CBO), pues si bien el Gobierno Federal tendrá una mayor recaudación, de acuerdo con la actual tendencia, el gasto también será mayor. En 2038, el déficit sería de 6 ½ por ciento del PIB, mayor que en cualquier año entre 1947 y 2008, y la deuda federal en manos del público alcanzaría el 100 por ciento del PIB, más que en cualquier año, excepto 1945 y 1946. Con estos grandes déficits, la deuda federal estaría creciendo más rápido que el PIB, un camino que en última instancia es insostenible. El aumento de la deuda en relación con el tamaño de la economía, combinada con un aumento de los tipos impositivos marginales (las tarifas que se aplicarían a un dólar adicional de ingreso), reduciría la producción y aumentaría las tasas de interés en relación con las proyecciones económicas de referencia que el CBO utiliza en la producción de la línea de base extendida. Esas diferencias económicas llevarían a los ingresos federales inferiores y los pagos de interés más altos. Con esos efectos incluidos, la deuda bajo la línea de base amplia se elevaría a 108 por ciento del PIB en 2038. El Congressional Budget Office (CBO) advierte que en algún momento los inversores comenzaran a dudar de la capacidad de pago de los Estados Unidos (recordemos la teoría de des-americanizar el mundo promovida por el gobierno chino en medio del Shotdown), por lo que le será más difícil o más costoso para el gobierno pedir prestado el dinero. El informe advierte que de seguir esta tendencia, la misma tendría consecuencia negativas para la economía y el presupuesto federal. El aumento de los préstamos por parte del Gobierno Federal eventualmente reduciría la inversión privada en capital productivo, ya que la porción de los ahorros totales utilizados para comprar títulos del Gobierno no estarían disponibles para financiar la inversión privada. El resultado sería un stock más pequeño del capital y la disminución de la producción y de los ingresos en el largo plazo, sin embargo, el crecimiento continuo de la productividad haría que la producción real (ajustada por inflación) y el ingreso por persona serian mayor en el futuro de lo que lo son ahora.  Como el gasto federal se elevaría, en un futuro no muy lejano el Gobierno de los Estados Unidos se verá obligado a cambiar la política fiscal. Si no lo hiciese el Gobierno tendría menos flexibilidad para utilizar las políticas fiscales y de gasto para responder a los desafíos inesperados, como las crisis económicas o la inestabilidad internacional.

El Congressional Budget Office (CBO) elabora sus proyecciones partiendo del supuesto de que las políticas fiscales y el gasto federal de la actual legislación sigan vigentes. Por eso, hace un llamado a tomar medidas para revertir la situación. Para esto aboga reducir el déficit, teniendo como objetivo que en el 2023 esa tiene que ser la tendencia. La reducción de los déficits tendría como consecuencia la reducción de la deuda. En ese caso, la producción sería mayor y las tasas de interés serían bajas en el largo plazo. El Congressional Budget Office (CBO) elabora dos escenarios de reducción del déficit que tendrían como consecuencia, en el primero llegar al año 2038 con el 67 % de deuda publica en relación al PBI, y el segundo, con una reducción de $ 4 billones de dólares de déficit, la deuda federal en poder del público se reduciría al 31 por ciento del PIB en 2038, ligeramente por debajo de su porcentaje del PIB en 2007 ( 35 por ciento) y el porcentaje promedio de los últimos 40 años ( 38 por ciento).

El Congressional Budget Office (CBO) considera que la actual política fiscal y de gastos del Gobierno de los Estados Unidos es insostenible a largo plazo, y que es hora de tomar decisiones difíciles. A menos que se introduzcan cambios sustanciales en los principales programas de asistencia sanitaria y de la Seguridad Social, los programas absorberán una proporción mucho mayor de la producción total de la economía en el futuro de lo que lo han hecho en el pasado. La estructura del código tributario federal significa que los ingresos también podrían representar un mayor porcentaje del PIB en el futuro de lo que tenían, en promedio, en las últimas décadas, pero no lo suficientemente grande para cubrir los gastos, lo que obligará a que el Gobierno siga tomando deuda para financiarse. Dado que la deuda federal ya es inusualmente alta en relación con el PIB, nuevos aumentos de la deuda podría ser especialmente perjudicial. Para poner el presupuesto federal en una trayectoria sostenible a largo plazo, los legisladores tendrían que realizar cambios significativos en las políticas fiscales y de gasto, promoviendo que los ingresos suben más de lo que lo haría bajo la ley actual, reduciendo el gasto de grandes programas de beneficios por debajo de los niveles proyectados, o la adopción de una combinación de estos enfoques. El tamaño de estos cambios dependerá de la cantidad de la deuda federal que los legisladores consideren apropiados. Por ejemplo, para que la deuda bajase al 39 por ciento del PIB en 2038- como lo fue a finales de 2008, se requerirá una combinación de aumento de los ingresos y los recortes en el gasto sin intereses (en relación con la ley actual) por un total de 2 por ciento del PIB para los próximos 25 años.

El Gasto Público

En los últimos tiempos hemos visto en varias publicaciones abordar la temática del gasto en defensa de los Estados Unidos de América. El presupuesto de defensa representa alrededor del 4,4 % del PBI, y significa el 40 % de los gastos de defensa a nivel mundial. Estos números han llevado al progresismo de los Estados Unidos, a asegurar que el gasto de defensa de los Estados Unidos (incrementados durante la administración Bush) es responsable del déficit del país, y su consecuente deuda, y que el país debería recortar dicho gasto en favor del incremento de los programas del Estado de Bienestar. Si analizamos bien los datos sobre el presupuesto, vemos como lamentablemente el progresismo americano está  un poco equivocado. Como bien lo analiza el Congressional Budget Office (CBO) la mayor parte del presupuesto del Gobierno Federal, se asigna a los programas del Estado de Bienestar. O sea, esos programas que el progresismo estadounidense defiende. Si revisamos los datos del gasto federal para el año 2014, vemos que las pensiones tendrán un gasto de $ 929 mil millones de dólares, el sector del sistema de salud, $ 974 mil millones de dólares. La educación, $ 142 mil millones de dólares. Programas de bienestar (welfare), $ 394 mil millones de dólares. Defensa 831 mil millones de dólares. Transporte, $ 102 mil millones de dólares. Intereses sobre la deuda pública, $ 222,9 mil millones de dólares, etc. El gasto para el año fiscal 2014 esta pronosticado en $ 3.777,8 billones de dólares. Si analizamos bien los números, la Seguridad Social, el sistema de Salud y los programas del Bienestar (welfare) combinados, tendrán un presupuesto de $ 1.510 billones de dólares. Esto es un 55 % más de lo que el país gasta en su defensa.

El argumento contra esto es que el Seguro Social y el Medicare, como hemos visto, tiene su propia fuente de financiación dentro de las leyes tributarias de los Estados Unidos. Esto es así porque los trabajadores estadounidenses pagan un impuesto del 6,2 % del total de sus ingresos al Seguro Social, y un 1,45 % de sus ingresos para el Medicare (seguro médico federal para los jubilados). Mientras que los empleadores pagan un 6,2 % de cada sueldo al Seguro Social y un 1,45 % al Medicare. Los trabajadores autónomos pagan el 12,4 % de sus ingresos al Seguro Social, y un 2,9 % al Medicare. Como tiene esta financiación espacial, los gastos del Seguro Social son mandatorios y se ajustan a la inflación. Ahora, como hemos dicho anteriormente, el Seguro Social, a través del Social Security Trust Fund, recauda más de lo que por ley debe gastar. El excedente ayuda a financiar el déficit federal.  El Congressional Budget Office (CBO) asegura que dicho excedente se acabará en el año 2033, llevando al sistema  a tener problemas financieros.

Que el Seguro Social tenga su propia financiación y que sus gastos sean mandatorios, no significa que el Gobierno Federal no lo contabilice en el presupuesto anual. El Seguro Social es parte del contrato social entre los estadounidenses y su gobierno. Como así también es la defensa. De todo el presupuesto para el año 2014, el 64 % son mandatorios (o sea que el gobierno por ley está obligado a realizar, al menos que haya una ley aprobada por el Congreso que lo modifique), el 30 % son gastos discrecionales, o sea son gastos específicos aprobados por el Congreso en la ley de presupuesto anual; y el 6 % corresponden al pago de los intereses de la deuda pública del Gobierno Federal.

Como vemos, en el presupuesto total del año 2014, el 58 % del gasto federal es absorbido por la Seguridad Social y el sistema de salud. Solo el 17 % corresponde al presupuesto de defensa. Aunque el gasto en defensa actualmente es el más alto desde la Segunda Guerra Mundial, ajustado a la inflación, la reducción del mismo a niveles pre 11 de septiembre, no solucionaría, de acuerdo al Congressional Budget Office (CBO), el problema del déficit ni de la deuda. Si Estados Unidos gastara solo $ 0 dólares en defensa, tendría un déficit de $ 126 mil millones de dólares. Igualmente los gastos de defensa tienden en los últimos dos años una tasa decreciente.

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Obamacare

Una mención especial en todo este problema de la deuda la tiene la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible (Obamacare). De acuerdo al Congressional Budget Office (CBO), la nueva ley de salud, bandera de la administración Obama, va a ser responsable de un cuarto del incremento del gasto del Gobierno Federal en el área de salud, en relación al PBI, en los próximos 25 años.  Si bien la mayor parte de los futuros gastos de salud no estarían relacionados a la ley en cuestión, el Presidente Obama había asegurado que Obamacare ayudaría a reducir el gasto federal en salud, no a incrementarlo.  Igualmente el Congressional Budget Office (CBO) aseguró que eliminar la nueva Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible contribuiría a aumentar más los gastos de salud. En este sentido los legisladores estadounidenses están en una trampa. Mantenerla incrementará el gasto. Derogarla, aumentará más el gasto. Tal vez la solución sea hacer una ley de salud bipartidista totalmente nueva. De acuerdo al informe del Government Accountability Office (GAO) realizado en febrero de 2013, Obamacare incrementaría el déficit del Gobierno Federal en 6,2 billones de dólares en los próximos 75 años. El informe del Government Accountability Office (GAO) fue el primer intento de analizar el impacto de una ley, en este caso la reforma de salud, más allá de la tradicional ventana de análisis presupuestario de 10 años. Este julio pasado el  Congressional Budget Office (CBO) analizó el costo de retrasar la implementación de la obligatoriedad de las empresas de más de 50 empleados a proveer seguros médicos a sus empleados. Según el CBO el retraso le costará al país 3 mil millones de dólares en 2014, reducirá ingresos a la administración federal por 9 mil millones de dólares, y adherirá 12 mil millones de dólares al déficit previsto. Recordemos que el Presidente Obama unilateralmente, con la firma de una Orden Ejecutiva, aplazó la implementación de esa parte de la ley por un año.

Los Ingresos

Para el año fiscal de 2014, el Gobierno de los Estados Unidos tendrá ingresos tributarios de alrededor de $ 3.034 billones de dólares. Estos ingresos son mayores que el PBI de Alemania. De hecho, es mayor que cualquier PBI de cualquier país del mundo, exceptuando China, Japón e India.  Aunque es menos del 20 % del PBI total estadounidense.  Los impuestos a los ingresos individuales representan la mayoría de los ingresos tributarios federales.  De ellos el Gobierno Federal recaudará unos $ 1.383 billones de dólares en 2014. Esto es el 46 % del total de los ingresos. El 20 % más rico de la población aportará el 71,8 % de los impuestos a los ingresos, de los cuales el famoso 1 %  más rico, aportará el 30 % de todos los impuestos a los ingresos. El 43 % que menos ingresos gana, no paga ningún impuesto federal a los ingresos. El 37 % restante de la población solo aporta el 28.2 % de los impuestos a los ingresos. Ergo, el 1 % más rico de la población paga más impuestos que todo el 60 % de la población que recibe menos ingresos. Pero también el 1 % más rico de la población gana más que todo el 40 % que menos ingresos recibe en la distribución de la renta. Es cierto que la sociedad estadounidense es la económicamente más desigual entre los países desarrollados, pero también es cierto que el sistema tributario estadounidense es altamente progresivo. Las clases más pudientes del país, son las que más aportan al fisco federal. ¿Se acuerdan las protestas de los “Occupy Wall Street”? Ellos pedían que los ricos pagasen más impuestos. El Presidente Obama hizo su campaña en el 2012 argumentando que la clase más pudiente de la Nación, no pagaba suficientes impuestos, y que la mayor carga fiscal recaía en la clase media. Bueno, parece que muchos no estudiaron bien el tema y fueron engañados, y otros manipularon la realidad. Vale la pena mencionar también, que casi la mayoría de los Estados tributa los ingresos de sus habitantes. O sea, los estadounidenses, en su mayoría, tributan impuestos a los ingresos para el Gobierno Federal, como también para los gobiernos estatales. Igualmente Estados Unidos tiene la menor presión fiscal de todos los países ricos y emergentes, exceptuando Corea del Sur y Turquía. Como hemos mencionado anteriormente, el Presidente Obama logro elevar los impuestos a todos aquellos cuyos ingresos superen los $ 400 mil dólares anuales. Antes de este incremento de impuestos, el 20 % más rico de la sociedad pagaba el 68,3 % de todos los impuestos a los ingresos federales.

Para el año 2014, el Seguro Social, el Medicare y otros impuestos aportaran el 34 % del total de los ingresos federal. Esto es, $1.031 billones de dólares. El impuesto corporativo aportará 333 mil millones de dólares. El resto lo contribuirá diferentes impuestos federales.

Conclusión

Como hemos visto el problema de la deuda total estadounidense es altamente complejo, que requiere solucione urgentes y dejar de lado posiciones partidistas y extremistas. Analizarlo requiere verlos más allá de nuestro lente ideológico. Y entenderlo es comprender las luchas políticas en Washington. Los progresistas abogan que la solución está en solucionar el excesivo gasto en salud, y en recaudar más, principalmente en el aumento de impuestos. Pero los recortes impositivos de Bush, extendidos por el Presidente Obama, justificó el 70 % del crecimiento económico de la recuperación a la Gran Recesión. Obama logro convencer al Congreso de aumentarles los impuestos a los ricos. Los conservadores insisten en que la solución está en reducir fuertemente el gasto, en un plan ordenado por un tiempo prolongado, y se oponen al aumento de más impuestos. El aumento de impuestos promovidos por los liberales ya se consiguió. Todos los analistas coinciden que es necesario reforma todo el complicado sistema tributario. Lo urgente es reducir fuertemente el gasto, por más que les pese a los progresistas. Viendo las recurrentes crisis políticas en Washington, y con una mirada amplia del problema, nos damos cuenta que los conservadores no son tan locos, y que los demócratas no son los salvadores de la Nación.

Obama y el déficit