El efecto Cabandié y la implosión K

Todos tenemos a un enano fascista adentro, y la campaña electoral nos mostró el de Juan Cabandié. Efectivamente en los últimos días hemos visto, en capítulos, un video en que se muestra un Cabandié enfurecido, autoritario y pidiendo un “correctivo” a una agente de tránsito de Lomas de Zamora, territorio del candidato del FpV, Martin Isaurralde. El actual legislador porteño y candidato a diputado para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, resume parte,  lo que es kirchnerismo y la crónica de su implosión anunciada.

Efectivamente los últimos tiempos no fueron buenos para el oficialismo. Repasemos: derrota de las PASO (Primarias abiertas simultaneas y obligatorias) y su acostumbrada negación oficial, el triunfo de un nuevo referente del peronismo, Sergio Massa, con el exilio de parte de los “caciques” del Conurbano;  la intervención quirúrgica de la Presidente Cristina Fernández dejándola fuera de la Campaña (nuevamente en un hospital privado, contradiciendo los discursos de la Presidente sobre la Salud Publica), y el video de Juan Cabandié.

El incidente “Cabandié” transparentó la visión que La Cámpora tiene de sí misma: Son un dispositivo político que se ubica por encima del Estado, al lado de la Presidenta, entendida esta como jefe revolucionaria que hay que preservar, a toda costa. Si uno alguna vez, hablo con un militante de la organización creado por Máximo Kirchner, seguramente habrá escuchado la famosa frase “estamos para defender a Cristina”.  La gran responsable de esta distorsión es la Presidente. Ella creó este “grupo de choque” político que se le volvió en contra en el momento más inoportuno. Fue ella quien erigió a La Cámpora en el rol de “Guardia Pretoriana” de la revolución, con poderes plenipotenciarios para atravesar todas las jerarquías del Estado. No es un secreto que los máximos referentes camporistas dan órdenes a ministros, jefes de bloque del Congreso nacional, gobernadores, intendentes y cualquier otro integrante del elenco oficialista. Son los portadores de las palabras y deseos de la señora que ocupa el cargo de Presidente de la Nación, con anhelos monárquicos. No importa que gestionen mal, que pierdan todas las elecciones en las que se presentan, que embarquen al gobierno en peleas que terminan en derrotas. Nada importa, porque Ellos son Ella.

Pero el mundo cambia, y el peronismo es más complejo y abarcativo que las “fantasías” presidenciales. EL peronismo necesita nuevos aires, nuevos referentes, para poder reinventarse a a sí mismo. Cosas de la política. Y las clavijas de ajustes, ya empezaron a funcionar. EL peronismo ya creó su propia oposición, en el massismo, que busca ser su propia continuidad en el poder. En el interior, el delasotismo busca a ser una alternativa al kirchnerismo y al massismo.  Los argentinos saben, que pueden votar a cualquier candidato, siempre y cuando, el que gobierne, sea peronista. Los kirchneristas duros tuvieron que “tragarse” el sapo, del que el “indeseado” gobernador bonaerense, Daniel Scioli, esté al frente de la campaña K. Si el kirchnerismo finalmente implosiona (no soy futurista para saber si esto va a ocurrir), ¿Cuánto tardara Scioli en alinearse a Massa o lanzar su propia fuerza? Y los kirchnerista duros, ¿Cuánto tardaran en ser…otra cosa? Scioli siempre trato de mostrarse “independiente” a los deseos de la Presidente, soportante presiones, ataques y desestabilizaciones orquestadas desde Balcarce 50. En esto días, tratando de mitigar los daños del “efecto” Cabandié” reconoció el fracaso oficial en la lucha contra la inflación. Ergo, reconoció la inflación.

Martín Insaurralde, candidato que encabeza la lista para diputados por la Provincia de Buenos Aires, encarnó ese pragmatismo despiadado en el uso del poder. Abrazó a la oficial de tránsito, despedida por el mismo, y al mismo tiempo echó al funcionario al que seguramente antes le habían pedido que la echara. No tardo de cerrar filas en su candidatura y ejecutar a Cabandié declarando  “Yo no maltrato a las mujeres”. Insaurralde, un desconocido para la mayoría de los bonaerenses, llegó a  ser el elegido de la Presidente en gran medida gracias a la buena relación que trabó con La Cámpora. Daniel Filmus, candidato para senador de la Ciudad autónoma de Buenos Aires, reaccionó tibiamente pidiendo a que se disculpara. Los medios opositores, como es lógico, se hicieron el festín del mes.

Frente a esa reacción lógica de control de daños, Cabandié expresó la racionalidad camporista: Ellos, los iluminados que tratan de salvar a la patria, son víctimas de una conspiración del poder permanente, en este caso la Gendarmería. No hay autocrítica posible y todos los argumentos valen para justificar la gesta, expresada en la resistencia a una multa de tránsito: “Soy hijo de desaparecidos, me banque la Dictadura”. Son estas declaraciones lo que irisan la piel. Cabandié llegó a la política de mano de Néstor Kirchner, que no dudo de explotar la tragedia argentina para sus fines políticos. Nadie puede estar en contra de la política de Derechos Humanos, pero de ahí a la explotación de la tragedia argentina para la construcción de poder, y reescribir la historia, es otra cosa. Los Kirchner explotaron el dolor y el resentimiento de personas como Cabandié, para su construcción política, y poder a través de La Cámpora, adoctrinar con la militancia a la actual juventud, tomando como ejemplo la “juventud maravillosa” de los años 70s (que de maravillosa no tuvo nada).  Cabandié actuó, como actuaron sus apropiadores, como actúan todos aquellos que concentran poder. Prepotente, abusivo, intimidador, autoritario. La senadora por Córdoba, Norma Morandini, declaró en “Cadena 3” un episodio con Juan Cabandié, en la cual, ella le acercó la inquietud sobre las fiestas y asados realizados en la “ESMA” (centro de detención de la dictadura). Según Morandini, que tiene dos hermanos desaparecidos en la dictadura, Cabandié reaccionó con insultos e improperios contra la senadora.  Y esto irrita, él fue víctima y ahora actúa como victimario. Juan Cabandié muestra en resumen, el autoritarismo en que se construyó el kirchnerismo.

Esta semana ha sido bastante interesante para ver los quiebres internos del oficialismo. Ahora el gobierno a través de los medios oficiales trata de salvar a Cabandié argumentando que la oficial de tránsito, actuó incorrectamente en la aplicación de la norma, y que el legislador tenía razón en enojarse. Pero eso no justifica sus palabras y su reacción. Mas siendo legislador.

Pero mientras la lógica de La Cámpora se evoca en una pelea ideológica, el resto del peronismo tiene un objetivo más urgente, cuidar los votos.